sábado, 13 de marzo de 2010

Noche en Soledad…

Tu color oscuro se pierde en la ausencia o acaso mi presencia se pierde mientras piensa, refugio de soledad, mirada sin intención, momento para llorar ante los ojos de la luz en la profundidad; Te circunda, te envuelve, te habla pero no la ves, te abraza, logras escaparte, pero solo con el pensamiento, porque existirá siempre en tu interior. Las lágrimas encuentran refugio en la lluvia y tus gritos de desesperación son desvanecidos por los truenos, así que solo estás tú… la brisa acaricia tu rostro y sientes que ella está junto a ti una vez más, el dolor te apuñala con tanta frialdad que congela, incluso la respiración termina para congelarte el alma, dejándote sin salida, sin entender si sería mejor seguir creyendo en algo o solo suspirar pidiendo el alba. En la luna se circunscribe un capricho de luz, que dibuja en el aire un camino hacia ella alumbrando una rosa de soledad florecida, aquella luz aún niña acaricia mi piel y alimenta a mi enemiga. El reflejo de sombra de la ventana en mi cama es como un laberinto que pareciera no tener salida, al parecer algunos fuimos forzados a vivir atrapados por ella.  

Sólo respondes en el silencio, dando consejos que a veces no comprendo, ¿qué es verdaderamente lo que buscas? ¿que caiga en un sueño eterno? Tomas mis manos y las llevas hacia mi rostro, las lágrimas no paran de salir, miro hacia el cielo y solo veo un destello que enriquece mi alma pero desnuda mi ignorancia. La noche es joven aún y frente a mí solo estás tú, cautiva y acechante. ¿Qué sonido tiene una lágrima al caer?, sencillo suena a cada pensamiento por el que fue derramada, y ¿quién la puede oír? nadie se ahoga en el silencio de su negro desierto, ¿quién apagó al sol?; me vendaste los ojos y no veo más que tu reflejo en mis pensamientos, quisiera ser mariposa para volar lejos y sentir el aroma de la victoria. 

Entre el sueño y la vigilia logro ver su presencia repentina, que me hace pensar en el misterio que la rodea, por qué sigue aún cuando estás rodeado, es como la luna, está rodeada por miles de estrellas pero sigue siendo una luna. 

Ya es media noche, y solo un rayito de luna alumbra mi alcoba, el miedo me invade mientras la oscuridad avanza cautelosa hacia mí, lenta pero segura, el sigilo de su acecho se clava en mi pecho, un frío cubre mi ser y un suspiro alerta que estoy a su merced. ¿Qué es lo que quiere si ya todo lo tiene?, se acelera mi pulso, ya solo queda un minuto, quiero escapar pero no puedo, ¿dónde está el camino de luz?, en el cielo solo pequeños destellos tratan de cubrir mi miedo, como un inocente niño no sé qué me depare el destino, suspiro mientras de mis manos se escapa el último consuelo, ¿cómo atrapar la luz si tan solo es un reflejo?, sola en la habitación miro hacia el techo, de nuevo siento un ligero viento, y ahora sé que no tiene remedio, abrazo mis piernas como si fueran otro ser, ya la rosa no la veo, solo la siento, un gran vacío ocupa mi ser, mientras mi mente trata de entenderlo todos mis recuerdos de un antaño ya pasado parecen cobrar vida, como fantasmas espantando mi vida.

No sé qué duele más, el saber que eso realmente pasó o el sentimiento de impotencia ante no poder olvidar de lo que fui presa. ¡Ya basta!, aquí estoy ante ti, ya no sé cuál es la idea verdadera y cuáles las que crea mi mente traviesa, sólo escucho el silbar del viento y el sonido que produce al deslizarse sobre todas las hojas de la pradera. 

Una luz se enciende bajo la puerta, quizás alguien escucho mi alma gritar en el silencio, se abre lentamente y veo un dulce rostro rodeado por una luz blanca y tersa, en mis ojos lágrimas de felicidad por ver que estaba ahí cuidándome mientras me iba a dormir, vi en sus ojos todo el amor, acompañado de un amargo sabor a falso, desperté estrepitosamente soñando un pasado ya lejano, aún estaba aferrada a mis piernas viviendo sus falsas promesas. 

En el horizonte se dibujaba una línea de esperanza, una luz blanca subía la montaña y con ella todos los colores de la mañana, el canto de los pájaros rompió su encanto, marchita la rosa, ya no sentía su oprobio caer sobre mi ser, y aunque con ella mucho recordé, no dejaré de vivir hasta el siguiente atardecer, que escriba en el cielo una vez más la luz del encierro y una rosa mas de soledad florecida. 



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