Jamás
serás lo suficientemente valioso para no ser merecedor de una decepción, jamás
des demasiado pues quien lo reciba te verá tan necesitado que transformará tu
cariño y entrega en una mejor manera de alcanzar lo que quiere.
Jamás
creas en “te amo”, “te quiero”, “te estimo” cuando son pronunciados con
interés, no importa que afirmen sentirlo, después de todo es complicado sentir
la emoción de un corazón ajeno al tuyo.
Jamás
te esfuerces por hacer a alguien más feliz, usarán tu empeño y dedicación como
trampolín, para luego dejarte atrás como un perro, una segunda opción… algo que
no vale lo suficiente para ser número uno.
Jamás
intentes ocupar el lugar que tiene otra persona, y menos cuando del corazón se
trata, perderás tiempo junto a las esperanzas e ilusiones de ser más de lo que
ahora eres.
Jamás
confíes en nadie, solo te lastimarán, conociendo cada debilidad, cada capricho…
hacer de ti un juguete será tan fácil como romper un cristal.
Jamás
te sientas importante, eso solo hace que te ilusiones y creas que vales… luego
te das cuenta que tan sólo fueron estrategias para usarte como quién coge un
lápiz y escribe una historia a su gusto, haciendo y deshaciendo cuanto le
place.
Jamás
dejes de hacer lo que te gusta y te hace feliz por provecho de otros, luego
cuando mires atrás te dolerá el recordar que hiciste más de lo necesario y aún
así te elogiaron por hacer lo que debías.
Jamás
le entregues los sentimientos más profundos de tu corazón a alguien que no es
capaz de escuchar los latidos vibrantes por su existencia, a alguien que los
ignora y menosprecia.
Jamás
será suficiente nada de ti para dejar en el jamás el dolor de estar bajo la
sombra de alguien que al parecer vale más que tú y tu insignificante
existencia.