lunes, 11 de enero de 2021

Costumbre…

Estamos tan acostumbrados a vivir, que pocas veces nos preguntamos por qué estamos vivos, o nos cuestionamos si lo que llamamos así corresponde a lo que nos hace feliz, a nuestra chispa… 


Y entonces te miras en el espejo, sabiendo que has caído en un círculo vicioso, donde cada día haces lo que te toca y te da para vivir como corresponde… Entonces la pregunta es ¿realmente vives o sobrevives? 


Por qué nos cuesta tanto encontrar la felicidad, por qué nos han condicionado a un estilo de vida, a cómo se supone que deberían ser las cosas, acaso ¿no se dan cuenta que lo único que hacen es encerrarnos en una caja? 


Sí, una caja que aunque parece de cristal, pues eres capaz de ver hacia afuera y darte cuenta que lo concibes como felicidad  o vida puede ser diferente, estás allí atrapado, y no importa cuánta ayuda pidas, cuántos psicólogos visites, cuántas horas de meditación hagas al día, cuántos medicamentos te tomes, seguirás allí atrapado, y sí, de muchas maneras nos lo dicen “el único que puede salir de ahí eres tú mismo” y sí, somos los únicos que tenemos la llave para salir de esa caja de cristal.          


Entonces llega otra encrucijada, por qué es tan difícil encontrar la llave si la tiene  cada uno de nosotros en su interior, por qué es tan difícil liberarse de eso que tanto nos oprobia, por qué es tan difícil “dejar de sufrir” y simplemente cambiar el chip, sin que sea una máscara, sin que sea forzado, que sea real, desde el alma, para iluminarte a ti mismo y no tratar de iluminar a los demás con una luz falsa… porque muchas veces es en lo que terminamos, en un “estoy bien” y “una sonrisa aparente” que todo lo ocultan, que todo parecieran arreglar, mecanismos que solo nos hunden más en la profundidad de la caja. 


“No hay peor muerte que jamás haber vivido”... y pasan los años y entiendo el significado de la frase, el momento es ahora, y sin embargo, vivimos o en el pasado o en el futuro, y cuando estamos en el futuro, en el presente nos arrepentimos por lo que no hicimos en el pasado… un círculo de nunca acabar y finalmente nunca vivimos nada… nada más que nuestros miedos, nuestros demonios, nuestras ilusiones rotas, nuestros fracasos. ¿Por qué castigarnos tanto? 


Lo que no es, no fue y no será, aunque las cosas signifiquen un no, una derrota, una caída no necesariamente tiene que ser negativo, en la más profunda oscuridad, la luz más tenue aliviana la densa bruma… Todo momento triste, gris tiene uno bueno, un recuerdo, una sonrisa, una motivación, una luz que te ilumina aunque sea un poquito el agujero en el que estás… y sé que es difícil, llevo ya 3 meses tratando de aferrarme de esas lucecitas que tengo alrededor y saben… las dejo ir, porque es difícil sobreponerse, luchar contra el eco de los pensamientos, de la ansiedad, de la depresión, de las ganas inconmensurables de acabar con todo de una vez por todas, y sí, por eso estoy aquí escribiendo, tratando de encontrar la solución al dolor que cargo en mi alma. 


Estoy cansada de mirarme al espejo y creer que lo mejor sería desaparecer, sentir que no soy importante para nadie, que mi ausencia no cambiaría nada… estoy cansada de sentirme parte de la sombra, del silencio, de la soledad… estoy cansada de ser… de ser tan yo, aún no entiendo qué hay mal conmigo.


Odio aquí donde todo duele tanto, donde la respiración se me entrecorta, donde las lágrimas no dejan de salir, donde la oscuridad me abraza, me asfixia. Odio aquí porque tengo que estar sola, porque aunque pedí ayuda decidieron que debía pasar por esto sin nadie, odio aquí porque me quita las fuerzas, las ganas... Odio aquí porque no controlo nada, todo me controla, odio sentir la sensación de querer desaparecer por un tiempo, de dejar de sentir, de volar y no volver nunca más y lo peor de todo es pensar que quizá eso sea lo mejor.