domingo, 2 de febrero de 2014

No tengo palabras suficientes…

Sonreír observando al cielo mientras el pecho se llena de suspiro de alma, regocijo de sueño, un anhelo se convierte en viento y una estrella cobra vida en el reflejo de mi fuero interno.

Cerrar los ojos y recordar aquellos momentos de profunda soledad, cuando las lágrimas se escurrían por las mejillas, cuando el grito se ahogaba en el silencio de una máscara, cuando el corazón desquebrajado debía mentir para que nadie supiera sobre aquel dolor que atravesaba el pecho haciendo agonizar al alma, goteando sueños rotos y desilusiones... y aún recordando eso seguir sonriendo al no sentir dolor ni sufrimiento al pensar en ello.

Recuerdo también aquella idea que parecía perdida en un mar de ilusiones: “alguien que ocupara la silla vacía”… un lugar privilegiado en mi existencia para alguien capaz de borrar toda incidencia de circunstancias no deseadas, dolores mal cicatrizados, temores, delirios de baja autoestima, estigmas, soledades encontradas… fantasmas con ojos de infierno, cuerpo de hielo y alma de ausencia.

Un lugar desde el cual podría ver todo lo que soy y tengo, todo lo que me ha hecho quien soy y pueda entenderlo sin juzgarlo, mofar o sortear con ello mi vida como si fuera un juego. Alguien con alma de wonejito blanco de nariz rosada que deseara estar conmigo cada segundo, compartir cada alegría, confortar cada herida… una estrella con espíritu de ángel que me amara tanto como para cambiar su cielo por mis ojos y sus alas por nuestros sueños y así volar como un solo ser tanto tiempo como el buen Dios quiera.

Hoy mis labios pueden menguar sin dificultad y a kilómetros iluminar, hoy aquella estrella que tanto anhelé quiso humanizarse y cambiar sus alas por mi sonrisa…

Hoy alguien por fin ha ocupado esa Silla Vacía con hidalguía y ha logrado cada sueño etéreo que creía inalcanzable, me ha dado tanto como jamás pensé merecer, ha hecho que cada lágrima tenga total valor, tanto que si tuviera que derramar el doble o el triple por volver a encontrar a ese ser en otra vida lo soportaría con alegría de saber que tendría el honor de estar junto a un ángel que daría la vida con tal de mantenerme viva.


“Como un cuento de hadas”… Parecía algo irreal hasta que en su sonrisa pude encontrar la satisfacción más grande y profunda de mis actos, y ni hablar del mundo detrás de sus inocentes ojos llenos de bondad y de amor, sus mejillas tan suaves y tersas que podría pasar horas enteras paseando mis dedos sobre ellas… probar sus labios y sentir con ellos estar en un paraíso único, mágico y nuevo donde sólo importa el amor que nos tenemos, por fin un mundo en el que no debo mentir, ni tratar de impresionar, sólo ser yo con mi corazón entero dispuesto a amarle cada vez un tanto más hasta rebosar el universo y conquistarlo todo con final en lo eterno.


Eso me encantaría poder decir algún día, es más que claro que hasta ahora sólo es una fantasía, un sueño, el deseo de mi fuero interno... simplemente un oasis, una ilusión que creo para no desfallecer en este, el intento, por mantenerme viva.