Hay razones que no logran validar el sentimiento que yace dentro de un corazón esparcido en mil pedazos, hay lógicas que no entienden el palpitar agobiado de una emoción ahogada y cohibida que brama por salir a correr libre por el viento.
Hay ideas que circundan tu cabeza cuando la negra noche sin luna y sin estrellas, aparece acechante detrás del silencio travieso que crea mil espejos con siluetas irreales que te tienden la mano para sacarte… ¿hacia dónde?... esa es la gran pregunta, no se sabe si es mejor o peor… aunque realmente quién puede definir que es mejor o peor, todo están enmarcado por los conceptos significativos que se le da a cada cosa desde una perspectiva muy subjetiva y personal, donde el exterior no importa, pues jamás entenderá que lo pasa allá en el hoyo negro de tu interior.
Un hoyo negro que se come todos los buenos momentos y los transforma en trágicos momentos que recuerdas con nostalgia, nada volverá a ser como era antes… entonces te atañe la ansiedad por no saber que depara el mañana, y te preguntas si vale la pena esperar otro nuevo alba, o simplemente debes quedarte dormida en una noche eterna sin luna y sin estrellas, sin testigos, sin nadie que contenga la tristeza de tu alma que trata de sonreír impávida a sus propias decepciones.
Hola amiga estupidez: confidente de mi mente, destructora de mi cuerpo... aliviando el dolor de mi pecho, sumergiéndome entre el mar de pensamientos que esperan desatarse como tormenta sobre lo tangible de mi ser... una vez más... eres tú la que susurra el sollozo silencioso de mi ser...
Hace ya tiempo que no sentía su aliento sepulcral en mi nuca, recorriendo cada vertebra de mi columna… pero, ya no es tan intenso, aún recuerdo esos funestos momentos en los que debía llorar sobre el hombro del viento acompañada de las palabras del silencio… ahora tengo un corazón al que escuchar cuando siento que el encierro me está haciendo prisionera de su maldita celda, dejándome votada a la sombra del desconsuelo.
A veces, quisiera correr lejos muy lejos… encontrar un lugar al que solo yo sepa llegar, uno en el que me pueda refugiar, en dónde pueda llorar, gritar, pataletear sin ser juzgada por la humanidad, sin reproches ni regaños… donde pueda ser tan ridícula e infantil como mis emociones lo deseen y pueda liberarme de toda la presión que llevo a cuestas por tratar de ser “fuerte”.
Todo el mundo tiene una estupidez en su carácter…