domingo, 24 de febrero de 2013

Alguna vez…


Hace un tiempo atrás vivía atrapada entre sentimientos de soledad, tristeza y nostalgia… pensaba en lo más sórdido de mis recuerdos y amargo de mis sentimientos… anhelaba día a día junto a la luna un ser especial que ocupara una silla vacía y se quedara ahí junto a mí, para escucharme, aconsejarme…

Era soñar con un mejor amigo, que a su vez era hermano, madre/padre… Ese refugio seguro y sólido, ese susurro de madrugada que aún en ausencia hablara y reconfortara el alma cuando el corazón se hallara en mil pedazos en el interior…

Tantos momentos de soledad, de vacíos con vida, de sentimientos destruidos, de una vida inercial… Tantas lágrimas en silencio, tantos gritos ahogados, tantas heridas que me consumían con prisa sin la cura de un abrazo verdadero… 

Día tras día pedía a la bella luna que me regalara una de sus estrellas, la humanizara y la pusiera a mi lado para dejar de sentir el gélido aliento de mi temor más intenso…

Llegué a pensar que jamás llegaría el maravilloso día en el que levantaría mi cabeza y estuviera alguien tangible en aquella silla, pero para mí consuelo hoy puedo hacerlo con una enorme sonrisa, porque ahí estás tú serena y cándida, dispuesta a abrazarme, sin importar si estoy bien o mal… simplemente no te vas, caminas tu sendero sin abandonar el terreno que he arado para ti…

No sabría encasillarte en un rol, porque lo eres de alguna manera, un todo, aquel refugio seguro que encuentra el infante en su amigo imaginario o en su peluche favorito… Sí, aquel lugar perfecto donde quieres llegar cuando todo parece desierto, al primer ser que quieres contarle cada uno de tus logros, para verle sonreír a causa de tu alegría, todo porque sabes que es real, que no es mentira que alguien por fin quiera quedarse tanto como la vida se lo permita para ser tu apoyo, tu sustento cuando el resto del planeta te de la espalda…

Jamás llegué a pensar que realmente pudiera pasar, pero ya ves, si vale la pena soñar y puedo decir que eres uno hecho realidad…

Gracias por llegar a mi vida y demostrarme que los amigos de verdad existen, que pase lo que pase estarán para ti, cuidándote así sea muchas veces desde las sombras, que aún en la distancia siempre están deseando que te encuentres bien y que un menguar de labios se encuentre en su máxima expresión…

Eres parte de mi familia, de mi vida, de mi propio ser… Gracias.