miércoles, 2 de mayo de 2012

Paraíso...


Me hace falta tenerte frente a mí, perderme en tu mirada… tus ojos son como el profundo océano, tan hermosos y extenso que no me canso de buscar en ellos el significado de la felicidad… un pequeños cosmos que logra convertirte en mi sol, en mi luna, en mis estrellas… en mi todo.

Desearía ser el viento y circundarte en cada momento del día, ser el suspiro de tu aliento, tu murmullo inocente, tu respiración perfecta y serena, tu pensamiento, el recuerdo que curva tus labios hacía el cielo… Aún no he hecho un pacto con el viento, así que decidí robarle el hálito y convertirlo en suspiros a tu nombre… nombre ahora tatuado a mis pensamientos, pensamientos anhelantes por tu presencia junto a la mía, presencia que había perdido inspiración en su arte de ser en la esencia de lo que soy, de mi interior y que solo contigo recuperó…

Vivir en la realidad y sentir que caminas sobre nubes de algodón, un paraíso vivo que rodea tu camino y lo separa de lo mundano, de lo falso… Entonces miro al cielo y agradezco que me hayan premiado con la materialización de mi sueño eterno, de mi anhelo vibrante, de la melodía perfecta de la música de mi vida…

El palpitar descompasado del corazón carece de sentido analítico, lógico, explicable o razonable… simplemente es en la manifestación de un sentimiento genuino, fuerte y arraigado que le da sentido a las motivaciones que yacían vacías en el alma perdida en la sombra de la soledad…

Vivir inmersos en el tiempo, ser víctimas de su vertiginosidad e implacable espera… no desperdiciar ni un solo segundo que pueda tenerte entre mis brazos mientras me pierdo en la inmensidad de tu mirada, o acaso ¿quién nos devuelve el tiempo?... Estar lejos de ti y sentir la ausencia de tu materia, evoca la existencia permanente de tu recuerdo en cada centímetro de mi ser, de mi alma, de mi mente… no hay momento en el día en que tú no estés en mis elucubraciones ni espacio en la noche que no seas protagonista en mis fantasías…

He encontrado un dulce ángel que decidió cambiar sus alas por la sonrisa perdida que había abandonado mi vida... sonrisa escondida naciente en un corazón desmoronado pero vivo, un ángel que logró cautivar mi vida y convertirse en la razón de su existencia... Aún en el silencio de su voz logras encontrar la compañía que necesitas cuando nadie más está para ti… basta con escuchar el coro que hace el palpitar de su corazón junto al mío para entender que hay un Edén que espera por nuestra visita…

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