Frío que agobia, que oprobia… frío que se condensa, que penetra, que congela y mata… frío sin culpa, frío sin amor, frío que tan solo brota cuando el sol se agota de tanto brillar y su calor deja de ser fuerte… copos de nieve comienzan a descender decorando la tierra como un hermoso pastel, los árboles desnudos parecen barquillos de chocolate enterrados en el…
Un manto blanco cubre las verdes praderas, gotas cristalizadas penden de las ramas de los árboles, la superficie de los lagos por fin se aquietan y un mundo entero se transforma en silencio y penumbra… Bajo aquel manto de frialdad se esconde el brote perfecto de una primavera, de mil sueños, anhelos que necesitan del sol para florecer y dar fruto de nuevo, comenzar con el ciclo… nacer para morir, morir para nacer, ser sin ser para transformarse, transformar al ser para dejar de ser, sin ser transformarse para ser completamente…
Tácitamente ese es el miedo escondido que los seres le tienen a la muerte, por eso es trascendental que logres marcar la diferencia de modo que el tiempo no logre borrar las memorias de tu existencia, todos tienen ese liderazgo, la cuestión están en encontrarlo y apropiarse de ello... aprender que el sentido de la vida no está basado en nadie sino en si mismo como así se puede ser alguien importante para los demás, como tus palabras llena vidas ajenas y determina quién eres... cada uno tiene su propia música, lírica, prosa, argumentación... su propio discurso que bien definido logrará hacer que vivas en la eternidad de la inexistencia de la materia...
La música del silencio, la armonía perfecta de mi soledad, la prosa inclemente de mi llanto... el vacío inminente en medio del pecho, el oprobio que acongoja mi corazón y destruye pensamientos... ese silencio marcado por aquel funesto recuerdo que se apropia con más fuerza cuando se avecina la fecha…
Un recuerdo trasciende en el tiempo, no importa cuántos años hayan transcurrido siempre parece que fue ayer…
Ahora existes metafóricamente escondida entre mis letras, cubierta por el manto de reminiscencia por cada obra hermosa y bella que en mi vida hiciste sin dudar, solo me queda agradecerle al tiempo por brindarme de su esencia y estar junto a ti algunos años caminando el mismo sendero, agradecerle al sol por cada mañana que despertaba con un hijo de su luz entre tiernas palabras maternales que me hacían sonreír, a la noche por dejar que en el inmenso lienzo de su nombre dibujáramos tantos anhelos en las estrellas… solo me queda agradecer que bajo el manto de su perfección puedo recordar cuán bello fue compartir junto a ese maravilloso ser que inspiró mi infancia y ahora motiva mi vida para cumplir tantas metas que creí perdidas hasta que en el cielo volví a encontrar el sin número de promesas que contigo pacté frente a la luna… quizá tu consciente no sepa que lo hice, pero tu yo escondido sabrá que cumplí con mi palabra…

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