miércoles, 8 de septiembre de 2021

Carta a una vieja amiga

Tal vez sea una dramática, pero es tan triste y frustrante siempre tratar de entender a los demás, entender sus bajones de ánimo, su ira, sus cambios de humor y que cuando tú te encuentres sumido en la tristeza incontrolable no tengas quién te escuche, quién te “aguante”. 

Y es entonces cuando con mucho dolor miro al pasado, y me encuentro con tu recuerdo, intacto, intangible, perfecto, angelical… y no sé si sepas lo que siento, pero puedo decir que la falta que me haces es inconmensurable, amaría tener una llamada contigo, una caricia, una risa, un juego de cartas, de dominó, ver un partido de tenis, Investigation Discovery… tenerte, así sea al otro lado de la llamada, y saber que todo estará bien, que todo pasará, que el dolor se irá, las lágrimas se secarán y la sensación de ahogo en el pecho desaparecerá… siempre estuviste para mí aún cuando ni yo misma me soportaba.

Ha pasado ya casi un año desde tu partida y el dolor de tu ausencia sigue tan fuerte como si apenas hubiera sido ayer. Estaba tan acostumbrada a tenerte en mi vida, a contar con tu amor incondicional que jamás llegué a pensar qué sería de mí sin ti. Nunca llegué a imaginar que sería tan frágil, tan vulnerable… nunca llegué a pesar que sin ti mi vida sería tan pesada, tan difícil de cargar. 

Abuelita, si puedes desde dónde estás, ayúdame por favor, estoy muy cansada emocionalmente, cansada de que las personas me pasen por encima, me traten como quieren, que me manipulen, que me condicionen las muestras de cariño. Estoy cansada muy cansada de estar aquí, en este mundo, siento que no tengo un rumbo, un objetivo, a veces, ya ni sé quién soy, sólo sé que me convertí en un ser inerte que trata día a día encontrar algo que encienda de nuevo la chispa de la vida y me dé berraquera de cumplir todos los que en algún momento consideré sueños. Ahora sólo quisiera cerrar los ojos y no volverlos a abrir más, dejar de sentir, de llorar, de rogar amor, afecto y atención. 

Juro que quisiera saltar por una ventana… terminar con todo, quizá sea muy cobarde de mi parte, pero solo trato de ser sincera con lo que siento, hace mucho no sentía tantas ganas de terminar con mi existencia. 

La violencia más letal, desde mi punto de vista, es la emocional, la psicológica, la que no puedes demostrar, explicar a ciencia cierta, la que viene de personas de tu entero cariño, admiración, respeto y amor. 

No siendo más, me despido por hoy mi fiel compañera, creo que volveré pronto a contarte un poco más de mi día a día...

 

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