Admitir su existencia nos asusta, parece imposible que aun teniendo la compañía más agradable sigas sintiendo el susurro de su silencio sepulcral retumbando en tu mente, acabando con todos los buenos pensamientos, las metas… confundiéndote, dejándote sin saber qué pensar, pues parece que con ella hacerlo es encontrarse para destruirse, y borrar todo lo que habías logrado construir.
Huye de la escena del crimen, nadie puede culparla, solo cumple con su trabajo, nos acompaña a estar solos… a estar sumergidos en ella bajo el manto de oscuridad que al pronunciar su nombre se despliega.
¿Quién eres en realidad? Cómo combatirte si no puedo verte, cómo vencerte si no sé qué eres… ¿una niña?, ¿una mujer?, ¿una anciana? ¿El lado oscuro del viento?... no lo sé, eres todo y a la vez nada, un algo intangible con capacidad de invadir el vacío de mi mente cuando no está ocupada en algo, cohibiendo mi pensar y doblegando mi voluntad a su merced.
Puedo sentir como me abrazas, pero soy incapaz de devolverte el abrazo… a veces siento lastima por ti; ser Soledad, un ser dependiente de los sentimientos de los mortales, incapaz de ser si misma sin necesidad de las vacías mentes que de vez en cuando se cansan de pensar; un ser doblegado ante su propia naturaleza, aunque siempre está acompañando a un ser por obra de su nombre, todos la quieren lejos mientras se esté en un mal momento; aunque esté con nosotros, nosotros jamás estamos con ella… o acaso alguno le ha preguntado ¿por qué está tan sola?, alguno se ha preocupado de su condición emocional, de sus traumas, de su existencia misma… tal vez, ¿es producto de nuestra imaginación cuando ya no tiene colores con los cuales pintar el lienzo de la vida?, ó quizá ¿somos nosotros los amigos imaginarios que inventó para tener con quién jugar?.
Es complicado pensar en su nombre sin confundirse, paradójico nombrarla y no saber a ciencia cierta si es mala o buena consejera, irónico decir que es buena cuando nos hundimos en ella, caótico decir que es mala cuando en ella obtenemos buenas ideas… es complejo idear un adjetivo que la encierre en toda su majestuosidad… un ente que no puede ser definido como nada en específico, que hace parte de la cruda realidad...
¿Nos fortalece o debilita? Solo con ella pensamos, en ella nos desahogamos… con el canto de su silencio somos capaces de llorar y explorar todo aquello que en nosotros causa sufrimiento, frente a ella no usamos máscaras, sabemos que está siempre bajo la almohada esperando que le hablemos entre sueños, contándole todos nuestros secretos; se mofa cuando frente al espejo nos hablamos tratando de ignorarla, cuando entre risas proferimos estupideces… escucha nuestras sínicas melodías que inventamos cuando en el fondo del abismo estamos… alguien se ha preguntado ¿por qué cuando estamos deprimidos tarareamos canciones que parecen rondas infantiles?... puede ser un estado de demencia que sólo tomamos junto a ella…
Opresora o aliada, siempre está como un ángel, no sé si de la guarda, pero atiende al primer llamado, y se queda cuanto tiempo sea necesario. No está con reproches, ni límites de tiempo, está disponible a todas horas… sonámbula ó despierta, siempre está alerta, dispuesta a hacer su deber sin mirar a quién.
En el reino de su encierro, somos los juglares… quién más la divierta sin ser presa de sus cadenas, será capaz de salir del castillo con opción de dar vuelta atrás… quién no, vivirá bajo el velo de sus deseos, de sus caprichos… de su incontenible necesidad por no sentirse atrapada por su propia naturaleza…
Yo le pregunté acerca de sí misma... ¿quién eres, por qué estás tan sola...? Pero ni siquiera ella sabía la respuesta...
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