Con el correr del reloj el sol se eleva radiante de este a oeste hasta terminar detrás de la montaña, creando espléndidos naranjas que contrastan con las siluetas a contra luz de la fauna y flora del lugar.
La negra noche ha llegado, y con ella una perfecta circunferencia blanca que se ha posado en toda la esquina del oscuro cielo, harina resplandeciente ha sido esparcida a lo largo y ancho del lienzo, salpicando todo de puntitos titilantes… Una luz tenue pero radiante pronto inunda todo de intangible color plata, las luciérnagas de luz fluorescente resaltan sobre el claro oscuro… con su llegada el silencio se hace audible… con el hálito como armonía, mis pensamientos vagan incesantes oscilando entre lo conocido y lo que hay por descubrir, en un mundo quimérico que sólo habita en mi sique, un cosmos creado por fantasías y sueños que pensé: jamás ser harían realidad…
Entonces la magnificencia etérea del albor de luna se convirtió en mi consuelo, bajo el amparo de su luz plateada podía quitarme las máscaras y ser realmente mi interior, con el arrullo de su canto silencioso puedo escuchar mis pensamientos y plasmar ideas en el firmamento, puedo volar sin alas, puedo cantar sin voz, puedo hablar sin palabras… puedo crear con sólo pensar, puedo tener con sólo desear, puedo ser quién soy sin sentir presión por lo que soy…
La luz de plata, la prosa de mi aliento… el sentido de mis sueños, el anhelo de mi deseo, el capricho de mi fuero interno, la sonrisa cautiva, la felicidad exquisita…
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