Era una noche oscura y tenebrosa. Los arbustos amenazaban con la armonía del viento, cantándole al silencio. Mechones caprichosos se ondeaban fuertes sobre mi rostro, mientras el resto de mi cabello revoloteaba a mis espaldas, el sigilo de céfiro se escuchaba tenue sobre la pradera y la luz de plata marcaba un sendero precioso entre la tierra y el firmamento, que me llamaba con su resplandor embrujante a seguirlo hasta la luna alcanzar.
Estaba de pie junto a un gran árbol de tronco grande y fuerte, lleno de frutos deliciosos que por su altura no podía alcanzar. Me senté sobre el gélido pasto, y contra el árbol reposé hasta el amanecer. El sol resplandeciente se asomaba lentamente sobre la línea del horizonte, su luz pronto iluminó el paisaje, su calor pronto logró abrazarme, al compas de la alborada las aves compartían melodías que a mi alma daban alegría, el rocío sobre los pétalos de rosa centellaban con cada rayo del día y las mariposas revoloteaban por ahí sin explicación ni guías, simplemente eran artistas sobre lo intangible de la cálida brisa.
Aunque la luz circundaba todo de alegría, mis pensamientos eran lúgubres y siniestros, aunque todo estaba cubierto por colores esplendidos, mis ojos veían todo a blanco y negro, aunque la naturaleza cantaba feliz y contenta, mi interior susurraba el sollozo de la tristeza…
Poco a poco el crepúsculo fue cayendo hasta llegar a la bruma negra de la noche, una bola de harina se posó en la mitad salpicando todo con puntitos blancos. Una vez más era de noche y yo estaba bajo el mismo árbol, tentada por la misma luz, arrullada por la misma canción y adormecida sobre el mismo gélido pasto.
Conforme los días iban pasando la luz de plata disminuía y mis noches eran más tétricas, más vacías… cada vez el camino era más pequeño… hasta que un día se desvaneció por completo y entonces sólo los puntitos sobre el negro lienzo centellaban impetuosos tratando de enlazar una vez más el suelo al firmamento.
Las noches sin luna fueron eternas, me sumí en un sueño que parecía perpetuo, no tenia afán alguno de salir de ahí, ¿de qué servía estar despierto sin poder ver a mi benevolente astro? Era preferible soñar e imaginar que estaba ahí, esperándome para en sus brazos dormir y de su luz jamás huir…era hermoso pensar que realmente algún día podría llegar hasta allá, parecía tan sencillo, la misma luna me mostraba el camino… pero, ¿cómo caminar sobre el capricho de lo inmaterial, intangible en la realidad?
Entonces desperté y vi que había algo diferente… las copas de los árboles estaban bajo mis pies que pendían libremente, mis brazos y piernas estaban iluminados por una hermosa luz plateada… mis pensamientos ya no eran oscuros, mis ojos al fin distinguieron más que el blanco y el negro… las melodías del viento eran susurros de aliento que llenaban mi pecho de sentimientos y emociones que se habían muerto ya hace mucho tiempo. Estaba acunada entre la media luna, abrazada por su luz, arrullada por su silencio tan apacible y lleno de amor… y entonces comprendí el misterio de la luna, circundante y magnificente… sólo quería que la anhelara tanto que se volviera mi sueño para estar segura de hacerme parte de sus fases, de su ensueño… era la única manera de caminar flotando sobre el sendero marcado por la luz de plata que se dibuja entre el cielo y el suelo…

* cara de Bob * Increible ! TT^TT Me encanta tu trabajo NesSie !
ResponderEliminarSabes...estuve leyendo a Cioran. Creo comprender que la musica, la literatura, y todas las artes...y tus escritos...nacieron del llanto...
ResponderEliminarAnimo Ness !!
Me encanta cuando escribes sobre tu Bendita y magnifica Luz de plata
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