lunes, 12 de septiembre de 2011

Hubo una vez…


Hubo una vez en la que mis pensamientos estaban sumidos en la oscuridad, hubo una vez en que mis palabras se ahogaban en el silencio y no podía esperar más que el gélido viento abrazando mi cuerpo, hundiéndome en el va y ven de su aliento.

Hubo una vez en la que mis lágrimas rodaron sobre mis mejillas, pero nadie las escuchó… mi almohada se encargó de guardarlas y esconderlas en el fondo de su ser.

Hubo una vez en la que me perdí en la ausencia de la materia y me fugué de la realidad llegando al punto de dejar de estar para mí… estaba sola en mi soledad.

Hubo una vez en la que tuve una amiga incondicional, no debía tan siquiera su nombre pronunciar, simplemente llegaba no importaba el día, la hora ni porqué. Anduve en su búsqueda largo tiempo, vaya lío que tuve cuando la encontré y se encargó de sumergirme en su ser, vaya descuido haberla dejado apropiarse de mi camino, qué martirio zafarme de su abrigo, qué suplicio ver su reflejo en el mío, sentir el silencio en sus susurros, el frío en su abrazos… el vacío en su esencia que terminó siendo mi lugar seguro.

Hubo una vez en la que mis sueños nacían muertos y mis metas no eran más que ilusiones vacías, oasis en medio de lo que consideraba una cruel vida… un desierto inmenso del que jamás saldría.

Hubo una vez en la que llegué a pensar que la felicidad no había sido creada para adornar mi vida con sus dulces toques de algodón y arcoíris multicolor, hubo una vez que entre sollozos sordos clamé por un ser especial que lograra llenar mi vida de felicidad, iluminar cada rincón oscuro de mi ser y darle una razón a mi corazón para latir ferviente cada día…

Un ser motivo de mi sonrisa, intérprete de mis suspiros, hacedor de mis sueños, fortaleza de mis lágrimas, abrigo en invierno, viento fresco en el verano, oasis en el desierto… un ser capaz de constituirse como un todo por el hecho de ser yo el motivo febril de su felicidad.

Hubo una vez en las que pensé que todo eso era imposible, pero entonces… entonces llegaste tú e irradiaste con tu sonrisa seguridad a mi alma, estabilidad a mi espíritu y emociones a mi ser…

Desde que te conozco no hay día en el que no sonría pronunciando tu nombre, no hay momento en el que tu imagen desaparezca de mi mente, no existe nada que no haga por y para ti… porque tú has logrado entrar al fondo de mi corazón y abrazarlo desde adentro, conocerme cómo soy y amarme por ello.

Hubo una vez que alguien se atrevió a tomarme de la mano y caminar conmigo el mismo sendero, hubo una vez un ser que logró ver más allá de la materia comprendiendo todo lo que mi ser alberga, hubo un ser que decidió convertirme en prioridad, velando por mi felicidad cada día de su vida…

Qué afortunada soy de haber vivido todas esas veces de dolor porque gracias a ellas la vida decidió recompensarme con el mejor regalo en mi mundo,  con el tesoro más valioso en mi existencia, bautizó mi vida, mentalizó mi razón, motivó a mi corazón… le dio un sentido verdadero a los pasos que do con cada tic tac del segundero.

2 comentarios:

  1. Hola Annette, haz regresado. Un bellisimo texto el que haz publicado.Visita mi blog que tiene varias cosas nuevas. Besos.

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  2. Gracias por estar pendiente y leerme, eso me halaga de sobremanera. Si gustas puedes agregarme al correo y podemos compartir bellas letras que apaciguen el estres de la cotidianidad ^^. koumorikurasa@hotmail.com

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