A
veces es irónico pensar que no importa cuánto te guste hacer algo, eso no te
hace el mejor, ni el más reconocido, no importa cuánto te esfuerces por dar lo
mejor de ti si nadie logra reconocerlo… es como ser un gran cantante que entona
la melodía del silencio, como un actor con su mejor papel corriendo el telón…
como un bailarín convertido en la sombra que acompaña a alguien más…
¿Cuánto
debe morir un artista para que su obra sea reconocida y valorada como tal? ¿Es
necesario acabar con su existencia para reconocer su esencia?¿no es más
sencillo si desde que vive se le da el lugar que merece?
Ser
reconocido no significa ser el mejor, compararse nos amarga, pero como artistas
si es importante recibir de vez en cuando un halago, después de todo te
esfuerzas por un público, por ofrecerle lo mejor de ti, por hablar en otros
lenguajes, de otras maneras más universales que trascienda lo verbal y lo
escrito transformándolo en la tan anhelada estrella, chispa, y carisma del
artista…
Cosquillas
tristes… esa combinación rara de... nunca he podido explicarlo de manera lógica
para el resto, pero… así lo veo: es ese vacío que cuando lo piensas te abre un
agujero en el pecho y aumenta tus ganas de llorar, un hormigueo fastidioso
inunda todo tu cuerpo junto al desespero y desasosiego, sientes una herida pero
jamás ves la sangre emanar de ella, sólo sientes un gélido viento acariciar tu
cuerpo mientras tus sueños agonizan en pedazos sobre el desierto negro de tu
interior destrozado.
Estoy
cansada de hacer tanto y “no hacer nada”, es contradictorio que lo des todo y
nadie profiera ni un sonido de júbilo por tu acción, muchos dicen que no hay
que actuar por los demás, pero si estás en un escenario de arte, aunque no
quieras, actúas para los demás, quieres ser reconocido, valorado por lo que
haces que finalmente te hace quién eres…
El
pasar de los segundos terminará por dejarme sorda en el inclemente pasar de su
existencia, los años pasan llevándose la vida en cada suspiro, el tiempo en su
eternidad agota el mío mortal y me asusta, a veces me atrapa en el efímero de
la nada y me agobia pensando en un mañana… me circunda disfrazado de pasado,
otras veces me cuestiona por cada paso que voy dando logrando en ocasiones que
piense que todo lo que hago, he hecho y quiero hacer no sirve para nada…
amenaza con destrozarme el alma y junto a ella cada estrella que había
convertido en sueño de un mañana…
A
veces pareciera que cada cosa que hago sólo sirve para arrullar al silencio
cuando me agobia de dolor y sufrimiento, para pasmar en cierta parte el miedo y
espantar por momentos el agujero en medio del pecho… -suspira con anhelo-
desearía que sirviera para más que eso, quisiera lograr salir de la sombra de
aquel amargo telón…
Sin
más preámbulo este es el prefacio de una artista que se siente detrás del telón
que frustra sus sueños, sus ilusiones, que quita la luz de los reflectores de
su talento y que le impide gritarle al mundo aún en el silencio todo lo que
siente en códigos inciertos, que sólo siente el pecho en medio de un gran acto
interpretado en el gran escenario de la vida…

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