lunes, 27 de diciembre de 2010

Carta de una desconocida…

Tal vez no sepas quién soy, pero yo sé perfectamente quién eres tú. Durante largos años he esperado el día en el que puedas nombrarme sin preguntar mi identidad. Quisiera abrazarte y sentir el calor de tu cariño, pero me encuentro con el vacío de un recuerdo que me envuelve en el manto oscuro de la soledad, reviviendo la ausencia de tu esencia guardada en el cofre de tu materia. 


¿A dónde has ido? Busco y busco, pero no te encuentro, en mi mente solo habitan borrosos momentos que atañen mi frágil corazón desmoronándolo en mil pedazos. Cada vez que me hablas desconozco tu voz, sé que no es así, pero no logro recordar cómo era, y aunque me esfuerce nunca hallo la melodía perfecta. Extraño tus tiernas caricias que me hacían sentir viva, tus abrazos, tu comida; los regaños, las risas y los llantos; las fotografías sobre la mesa de noche, las presentaciones y los raspones; los susurros a media noche, las canciones e historias para fantasear al mis ojos cerrar…

Te veo más no te encuentro, te hablo sin encontrar respuesta… no sé a dónde has ido, no sé por qué ya junto a mi no estás… 

Siento el vacío que tu ausencia dejó en la niñez, quiero recuperar el calor que tu aliento dejaba sobre mi piel, quiero soñar con historias narradas con la perfecta melodía que tus labios proferían, quiero jugar mientras por la ventana cuidas que no me haga ninguna herida y salir en mi auxilio cuando grite de dolor físico y alegría de saber que contaba contigo. 
 
No te odio, pero no me explico porque el adiós tan repentino, no entiendo por qué dejarme si yo era lo que más habías querido… Acaso ¿tanto dañó te propiné? ¿Tanto interrumpí el trasegar cautivo de tu vida para que prefirieras vivir en una realidad alterna en la que yo no tengo voz ni voto?

No sé qué pasaba por tu vida, pues era tan solo una niña, no sé mucho de tu pasado, pues me aterra la idea de hacerme más daño, siempre te quise a mi lado, pero como acostumbra el destino, no me concedió el privilegio de estar contigo.

Tal vez algún día leas este escrito y no entiendas ni una sola palabra de lo que digo, tal vez la musites en voz alta y quién siempre te cuida comprenda el sentimiento que me cautiva y destroza, tal vez pienses que has sido un ser malvado, pero tranquila que eso ya es cosa del pasado… Soy consciente del inmenso amor que por mi tuviste, y es posible que en lo recóndito de tu mente aún se encuentre inminente todo lo que por mi sientes.

Solo quiero que comprendas que para mí siempre serás la heroína perfecta, fuerte y valiente, dedicada, pura, tierna… simplemente la madre perfecta…

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